“Señalabas mis estrías cada vez que podías e hice lo mejor que pude por ocultarlas; también me decías cada vez que subía de peso y comencé a comer menos cada vez. Señalaste cada falta que tenía, así que perdí la confianza que tenía en mi misma”.

“Durante casi dos años me convenciste de que estabas fuera de mi alcance y de que simplemente no era suficiente ser quien yo era. Hice todo lo que pude para ser la mujer que querías que fuera. Me dejaste por una chica más joven y bonita, alguien a quien pudieras amoldar a la forma en que querías; como lo hiciste conmigo. Y hasta hace algunos meses me culpé por todo lo que sucedió, y también tú lo hiciste, pero finalmente comencé a ver la verdad”.

“No estabas fuera de mi alcance; era yo quien estaba fuera del tuyo. No era yo quien no era buena para ti, eras tú quien no lo era para mí. No podías aceptarme por quien yo era mientras yo te acepté tal como fuiste. Aquí estoy unos meses después. Mi cabello creció más allá de los hombros y es rojo brillante. Tengo un nuevo tatuaje, nuevas perforaciones, comencé a usar maquillaje otra vez. Como lo que quiero cuando quiero y todavía tengo estrías”.

“Finalmente recuperé mi confianza. Al fin me veo a mí misma cuando me miro en el espejo y no a la chica que tú creaste. Me cuesta reconocer cómo me dejé llevar y lo vulnerable que fui por un chico. Algo que dije que jamás pasaría. Es humillante pensar lo bajo que caí. Pero lo que me da el coraje para hablar de esto es el hecho de que lo superé y finalmente he vuelto a ser quien soy en realidad”.